De la física pura al chip del futuro
Desde hace décadas, los físicos se hacían una pregunta clave: ¿cuál es el tamaño máximo en el que se pueden observar los efectos cuánticos? Los laureados respondieron esa pregunta mediante experimentos realizados en 1984-1985 con circuitos superconductores construidos con uniones Josephson — finas capas de material no conductor interpuestas entre superconductores.
En estos sistemas, los pares de electrones (pares de Cooper) se comportan como una única entidad cuántica: fueron capaces de demostrar que esa entidad podía “tunelar” (efecto túnel) y exhibir niveles de energía discretos (cuantización) a escalas inusitadamente grandes.

Los principios detrás del experimento
Superconductividad: Los superconductores conducen corriente sin resistencia eléctrica.
Unión Josephson: Una fina barrera aislante permite que la corriente atraviese mediante efecto túnel.
Efecto túnel macroscópico: El circuito se comporta como un solo sistema cuántico que cambia de estado sin voltaje previo.
Cuantización de la energía: Solo se absorben o emiten paquetes definidos de energía, como predice la mecánica cuántica.
Este experimento demostró que las leyes cuánticas pueden aplicarse más allá del mundo microscópico, acercándolas al ámbito de la ingeniería. Como dijo Olle Eriksson, presidente del Comité Nobel: “La mecánica cuántica es la base de toda la tecnología digital y sigue generando nuevas sorpresas.”

¿Por qué es relevante para la industria tecnológica?
Los efectos descubiertos son mucho más que curiosidades físicas: trazan el camino hacia tecnologías disruptivas como la computación cuántica, la criptografía cuántica y los sensores cuánticos.
Las implicaciones comerciales incluyen:
Computadoras cuánticas capaces de resolver problemas que superan con creces las capacidades de los ordenadores tradicionales.
Sensores ultrasensibles para aplicaciones en infraestructura, salud, energía e IoT.
Seguridad cuántica para proteger datos con criptografía invulnerable a los ordenadores clásicos y cuánticos.
Los galardonados también pudieron demostrar que el sistema se comporta tal como lo predice la mecánica cuántica: está cuantizado, lo que significa que solo absorbe o emite cantidades específicas de energía.
“Es maravilloso celebrar cómo la mecánica cuántica, con un siglo de antigüedad, ofrece continuamente nuevas sorpresas. Además, es enormemente útil, ya que la mecánica cuántica es la base de toda la tecnología digital”, afirmó Olle Eriksson, presidente del Comité Nobel de Física. Además, el organismo internacional destacó que “el Premio Nobel de Física de este año ha brindado oportunidades para desarrollar la próxima generación de tecnología cuántica, incluida la criptografía cuántica, las computadoras cuánticas y los sensores cuánticos”.
¿Quiénes son los ganadores al Premio Nobel de Física 2025?
John Clarke se formó en la Universidd de Cambridge, donde se doctoró en Física en 1968 y se trasladó luego a la de Berkeley, a la que estuvo ligado durante más de cinco décadas. Además, impulsó la neuroimagen, computación cuántica, la búsqueda de materia oscura y los dispositivos de interferencia cuántica superconductora.
Mientras que Michel H. Devoret se formó como ingeniero en la Escuela Nacional Superior de Telecomunicaciones de la capital francesa y desarrolló luego estudios en óptica cuántica, física atómica y molecular. Por último, John M. Martinis se doctoró en Física por la Universidad de California, después de haber formado parte del grupo investigador de Clarke en Berkeley.
El impacto de la nueva tecnología cuántica
Con este reconocimiento, el Premio Nobel 2025 no solo celebra un logro científico, sino que marca el inicio de una nueva era: la era en la que la mecánica cuántica se traduce en chips y sistemas reales. En sectores como el talento tecnológico y la ingeniería de hardware, esta transición cobra especial relevancia. La pregunta ya no es “si” la tecnología cuántica será parte de nuestra vida, sino “cuándo” y “cómo” la vamos a integrar.